Siempre había querido leer este clásico de la literatura universal, porque además mi personalidad es muy parecida al protagonista de esta historia: un lado bonachón, amable, fino, el otro lado, totalmente oscuro como el rufián Hyde.
Ambos lados están muy marcados, como un ser totalmente bifurcado, y, en mi caso, no son solo dos lados, son tres.
Pero volviendo al asunto, El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde es una disección del alma humana, una obra maestra de la doble personalidad en forma de metáfora que resuelve una cuestión: cuando se trata de vencer a nuestra malignidad, podemos salir mortalmente lastimados.
En este preciso instante, acabo de caer a un abismo sin fondo, sin razón aparente o concreta, solo resbalé por la pendiente de la muerte, y volví después de invocar al Ser Supremo. Desde que tengo memoria siempre ha sido así, solo que ahora nadie se entera, he aprendido a morir en silencio y resucitar sin anunciarme. Tengo la esperanza de que cada vez regreso a la vida con más fuerza.
De tal manera que Stevenson narra con lujo de detalles los acontecimientos, los lugares, los personajes y sus maneras; es fácil seguir el hilo de la historia, es sumamente placentero dejarse llevar por los entresijos del argumento y el autor sabe crear una atmósfera única con su prosa.
Es inevitable mencionar trastornos mentales que son aludidos, como la bipolaridad, el trastorno esquizoafectivo, la esquizofrenia, etc.
Me inclino más por el trastorno bipolar, cuyas dos facetas del ánimo se balancean en polos opuestos, trayendo consigo la depresión mayor y la manía, enemigos a muerte que conviven en la misma persona afectada por este mal.
Sé de primera mano lo que es padecer un desequilibrio mental, he convivido con él desde el nacimiento, sin saber qué era, y conforme pasaba el tiempo, empeoró hasta que me empujó al precipicio. Pero volví.
Mi deseo de morir ha cambiado, cuando me hundo en el pozo infinito, no deseo morir por cobarde, sino que siento la urgencia de ver a Dios en la eternidad y fundirme con su espíritu. El único ser que parece escucharme lleva el nombre de Cristo, y se aparece en mis sueños con frecuencia.
La fortaleza que me reviste no tiene explicación u origen conocido, y, a diferencia de Hyde, mi lado negro ha sufrido una transfiguración a favor mío, porque cada vez es más débil.
No me avergüenza mi condición, porque surge del mismo cerebro que crea libros inolvidables. Quienes me tildaban de rara y loca tenían razón, lo soy, menos mal.
Leer este libro de Stevenson me lleva a pensar que la literatura es reina de las manifestaciones de Arte y Ciencia, porque, siendo ficción, es más real que los hechos que vemos a diario.
Una vez fui niña y decidí ser escritora porque intuí que no había oficio más elevado. Más de treinta años después no he cambiado de opinión.
©KARINA LUZ
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