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Una toma del Parque de la mujer en Trujillo, mi ciudad |
La odisea de publicar un libro en esta época parece más fácil que nunca, pero para mí no ha sido más que una fuente de insatisfacciones. Tengo siete libros publicados en Amazon, en 8 años vendí 50 ejemplares, como para romper en llanto. Y es que mi trayectoria literaria inicia a la corta edad de 5 años, cuando aprendí a leer y escribir. A los 9 años decidí ser escritora, inspirada por la lectura de la novela Mujercitas de Louisa M. Alcott, y desde entonces me he entregado a este sueño, el cual parece más una pesadilla.
Pero me vale tirar la toalla. Después de décadas de intentar saltar a la palestra, haber recibido numerosos reconocimientos, y haber cultivado una voz propia, renuncio a ser una "escritora de éxito".
En 8 años invertí más de mil soles en publicidad para mis libros, sin obtener resultados significativos. Tal vez ese ha sido mi error, porque mis obras están fuera del canon literario y al margen de las tendencias literarias, entonces, ¿por qué habría de contratar anuncios para difundirlas, si el modo de operar de la publicidad se basa en lo que está de moda? Resulta incongruente.
Así que, como la maestra de Adyashanti, no pondré anuncios para lograr adeptos. Solo dejaré que el tiempo pase y ya veremos lo que trae. Mi nueva novela estará en Amazon, porque quiero pedir copias de autor para mí y para mi madre, que ha sido la principal fuente de motivación en este camino torturante.
Y está demás decir que no iré por la vida rogándoles que lean mi obra maestra, me tiene sin cuidado si les interesa o no.
Ya basta de rogar por likes en facebook, o de selfies que cubren los huecos de las inseguridades. De hecho, sé que los contactos de facebook y "seguidores" son público muerto, están allí para curiosear, no son lectores reales.
De este modo, me quedo aliviada de cerrar este ciclo en la carrera loca de los escritores, y exiliarme todavía más de su mundo y sus costumbres.
Como un lobo estepario, ajeno a la sociedad, me sumerjo en mis convicciones, para vivir plenamente, sin exaltarme y sin decaer.
Bienvenida Elfina.
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