Cristo

LA MESÍAS

marzo 14, 2024 0

 




En aquella época, cursaba los primeros ciclos de la universidad; totalmente decepcionada por el bajo nivel de cultura del ambiente en general, fastidiada por el machismo, hambrienta de conocimientos verdaderos, y sedienta de nuevas aventuras, me encontraba en guerra permanente con el mundo, a quien no dudaba en propiar patadas y puñetes, por los cuales casi me expulsan de la UNT. Aburrida y ensimismada, atea declarada, con el talento a flor de piel, le daba la espalda a mis sueños de noche, y me rebelaba, incluso contra mí.

¿Por qué diablos aparecerías en mis sueños, Cristo, si te despreciaba?

Demasiado lejos de la santidad, más cerca de la oscuridad que de la luz, lejos de mi nombre, y con ideas suicidas que nunca concretaría, así me encontraste aquella noche cuando te vi al final de un pasillo dentro de una casona antigua, rodeada de columnas gigantescas, con una tenue iluminación. Tú, el Cristo, el Maestro, lucías muy distinto a las representaciones gráficas de la vida ordinaria, incluso, ni siquiera eras hombre, eras mujer, y tu rostro angélico surcaba mi memoria dejando una huella que los años no han borrado.

De eso, ha pasado mucho tiempo, 15 años por lo menos. ¿En qué momento me volví adulta, cerca de cumplir los 40? Ni idea.

Alguien más te acompañaba, otra mujer con rostro fino y hermoso, que en el sueño se me develaba como una ambigüedad entre Juan, el discípulo, y María Magdalena.

Atando cabos, esa M de Fuego con que te arrojarías a mis visiones nocturnas, hace tan solo unos meses, tal vez corresponde a ella.

Ni idea de por qué me persigues, ¿qué puedo saber yo de religión, de santidad, del bien y el mal?

Apareciste en otros sueños y aún me pregunto porqué.

He intentado plasmar estas visiones oníricas en mis obras, y tal vez algún día te vea volver entre las nubes de mi mente, para, finalmente, tener un poco de claridad.

El segundo nacimiento tuyo, también es el mío. El arcángel Miguel y su espada protectora, también soy yo. El diablo que te amenazaba cuando fuiste niño, también me acosó. En ese sueño, cosas tan inverosímiles se manifestaron, como el hecho de que una monja te diera a luz.

Leo libros sobre interpretación de sueños y símbolos, estudio de modo autodidacta tu legado y tu historia. Nada más puedo hacer, nada más puedo preguntar.

Desde que me liberé de tu omnipotencia, me siento mejor. Más liviana, con menos responsabilidades.

 El día que necesites de la espada afilada que es mi lengua, ahí estaré; mientras tanto debo ocuparme en morir o en vivir, como decía Red.


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