He tenido muchos sueños místicos, algunos de los cuales intenté plasmar en mi obra poética, principalmente.
Soy consciente de que mi naturaleza rebelde me ha cerrado innumerables puertas. No importa, vivir siendo fiel a mí misma me ha llevado hasta aquí.
¿Y dónde estoy?
No tengo ni idea. Pero me considero afortunada de que el Señor Jesucristo me honre con su presencia en mi mundo onírico.
Ver al Señor Jesucristo en mis sueños oníricos siempre constituyó un misterio. Eso me hace recordar a un fanático religioso que venía a predicarme, y me hizo una pregunta. Yo le contesté: "Yo no tengo respuestas, solo preguntas". Se marchó sin más.
Cuando tenía veintitantos años decidí emprender un camino espiritual incierto. El Señor Jesucristo acababa de aparecer en mis sueños, y vaya cosa, su rostro de mujer me sacó de mi ateísmo. Desde entonces quise cambiar, transformarme por dentro, aunque no sabía cómo.
Con infinitos traspiés, llegué al libro "La verdadera meditación" de Adyashanti. Me propuse cultivar el hábito de meditar, y lo logré.
Efectivamente, algo cambió, pero eso no me impidió tropezar otra vez.
Ahora tengo un registro de mis sueños místicos más representativos, y gracias a la inteligencia artifical he podido saber el significado de algunos, o aproximarme.
Más allá de lo sagrado y lo profano, de la vida, de los errores, de la suerte; está el arma más viable para enfrentar la realidad y esa es la intuición.
Sé que soy el caos en este orden codificado, que jamás nadie podrá someter mi fuego azul secreto. Muchos años luché por alcanzar la meta de ser una escritora de fama mundial, sin éxito, y es porque nunca fui lamebotas, ni interesada, ni "metida", ni ambiciosa.
Los libros fueron mi deleite por décadas, hasta que ya no pude soportar su silencio. Ideas que iban y venían, nuevos paradigmas, nuevas formas de ver el mundo impactaban el intelecto para luego esfumarse como el alcohol, hasta que otra nueva idea se imponía, en una danza sin fin. Una danza que ya no tolero.
Desde niña fui quieta, serena, tranquila, ese mar en calma que tenía que soportar la furia de las piedras arrojadas sobre sus fauces. Me volví una furia. Y luego aprendí a volver a mi hogar interior.
Dinero, fama, poder. Palabras que no tienen ningún significado para mí. Nada puede superar el éxtasis de estarse quieta indefinidamente. Sin amigos, sin familia, sin mascotas, sin nada ni nadie que te perturbe.
Mis sueños se convirtieron en metas, mis metas en aspiraciones, mis aspiraciones en ilusiones, y mis ilusiones en una utopía.
Me quedo con la frase de mi padre: "Ellos podrán tener mucho dinero, pero yo soy el más exitoso", la razón la dejó implícita, él era un hombre noble, considerado, cuya calidad humana era superior a todo. Y yo heredé su perfume. ¿Qué más podría desear el corazón de una Luz?
-KARINA LUZ
Comentarios
Publicar un comentario